La Historia de todo, incluyéndote.

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El título original de este cuento es A History of Everything, Including You, escrito por Jenny Hollowell. Se puede leer en el libro New Sudden Fiction: Short-Short Stories from America and Beyond

"Al principio, estaba dios, o dioses, o nada. Después la combinación, el espacio, explosiones, implosiones, partículas, objetos, combustión y fusión. A partir del caos apareció el orden, nacieron las estrellas, crecieron y se murieron. Los planetas viajaba a través de sus galaxias en elipses invisibles y los elementos se combinaron y crearon.

La vida evolucionó o fue creada. Las células se estremecían, se dividían, se quedaban sin aliento y después encontraron tierra firme. Poco después, les salieron patas y aletas y manos y antenas, y bocas y orejas y alas y ojos. Ojos que se abrían por completo para poder verlo todo... cómo trepaba, cómo crecía, cómo remontaba, cómo nadaba, cómo reptaba, esa estampida de universo. 

Los ojos se abrieron y se cerraron, y se abrieron nuevamente y lo llamamos parpadear. Arriba, una estrella a la que llamamos el Sol. Y llamamos al suelo, Tierra. Le pusimos nombre a todo, incluyéndonos. Éramos hombre y mujer y cuando nos sentimos solos, buscamos la manera de hacer más como nosotros. Le llamamos sexo, y casi todo mundo lo disfrutaba. Nos enamoramos. Hablamos de dios y golpeamos piedras para hacer chispas, y las llamamos fuego, que nos dio calor y mejor comida. 

Nos casamos, tuvimos algunos hijos; lloraban, gateaban y crecían. Uno diseccionaba flores comiéndose algunas veces los pétalos. Al otro le gustaba perseguir ardillas. Peleamos en guerras por dinero, por honor y por mujeres. Casi morimos de hambre, contratamos prostitutas, purificamos el agua. Nos comprometimos, decoramos y nos hicimos esotéricos. Uno de nosotros se murió, se puso azul. Después otros. Primero, los cubrimos con hojas secas, después los enterramos bajo tierra. Los recordamos. Los olvidamos. Seguimos creciendo.

Nuestras construcciones siguieron creciendo. Contratamos abogados y formamos concejos y dejamos rastros en papel, negociamos, admitimos, nos enfermamos y buscamos las curas. Inventamos el lápiz labial, las vacunas, los pilates, los paneles solares, las intervenciones, los buenos modales, las armas, marcos para las ventanas, terapias, los anticonceptivos, las plataformas con ruedas que jalan los coches, símbolos de estatus, la pensión alimenticia, el espíritu deportivo, focus groups, los antidepresivos, el bloqueador, el diseño de jardines, las avionetas, las galletas de la suerte, la quimioterapia, comida rápida y computadoras. Indignamos a la militancia y a nuestras madres. 

Naciste. Aprendiste a caminar y fuiste a la escuela, y practicaste deportes, y perdiste la virginidad y entraste a una universidad decente, y te graduaste en psicología, y fuiste a conciertos de rock, y te hiciste político, y te emborrachaste, y cambiaste tu especialización a mercadotecnia, y utilizaste suéteres con cuello de tortuga y leíste novelas, y fuiste voluntario y fuiste al cine y desarrollaste un gusto por el blue cheese.

Te conocí por tu amigos y no me agradaste al principio. El sentimiento era mutuo, pero nos acostumbramos el uno al otro. Tuvimos sexo por primera vez detrás de la galería de arte, de pie y ligeramente tomados. tomaste mi rostro con tus manos y dijiste que era hermosa. Y tú también lo eras. Alto, con una lámpara de la calle detrás tuyo. Fuimos a tu casa y escuchamos el Álbum Blanco. Pedimos servicio a domicilio. Peleamos y nos reconciliamos, conseguimos buenos trabajos y nos casamos y compramos un departamento e hicimos ejercicio y comimos más mientras hablábamos menos. Me deprimí. Me ignoraste. Estaba harta de ti. Tomabas mucho y te volviste descuidado con el dinero. Me acosté con mi jefe. Fuimos a terapia y compramos un perro. me compré un libro sobre posiciones sexuales e intentamos la menos degradante, la carretilla. Tomaste clases de vuelo y te inscribiste a la Rolling Stone. Aprendí español y empecé a dedicarme al jardín. 

Tuvimos hijos que más o menos nos decepcionaron, pero quizá fue nuestra culpa. Tú siempre fuiste indulgente, yo muy crítica. De cualquier forma, los amamos. Uno de ellos murió antes que nosotros, apuñalado en el metro. Lo sufrimos. Nos movimos. Adoptamos un gato. El mundo nos parecía inseguro, vivimos más de lo que pretendíamos. Me hice crítica y agresiva, tu confundido e impaciente. Me ignorabas, estaba harta de ti. Perdonamos. Recordamos. Preparamos cocteles. Nos hicimos amables. Una vez en el porche me dijiste: "¿Lo puedes creer?"

Esto fue cerca del final, tus manos temblaban. Creo que estabas hablando de todo, incluyéndonos. ¿Querías que lo dijera? ¿Para que no se perdiera por siempre? Era demasiado como para que lo pensara. No podría irme al inicio. Te contesté: "Pues sí". Y vimos el atardecer. Un perro ladraba a la distancia, estabas cansado pero sonreíste y dijiste: "¿Lo escuchas? ¡Wow! ¡Wow!" Y nos reímos. Así eras.

Ahora, tu pregunta es mi proyecto y la casa está llena de pistas. Estoy leyendo viejas cartas y levantando piedras. Sumo mi rostro en tus suéteres. Estudio una fotografía tomada en la playa, el sol nos da en los ojos y el agua detrás. Es un triunfo el lograr recordar la canasta del picnic olvidada y tu mantel de rayas. Es un triunfo recordar cómo te quemaron las aguamalas y saliste gritando del agua. Es un triunfo recordar cómo curé las heridas con un ablandador de carne, tu diciendo que yo lo hacía mejor. Te diré algo, parada en nuestro cerro esta mañana, miré la tierra que elegimos para nosotros, vi algunos parches verdes y nuestro dulce cobertizo, el mismo perro ladraba y una tormenta se acercaba.

No pensé en el Cielo, pero vi cómo unas hermosas nubes, cubrían el sol". 

Aquí pueden escuchar a Jenny Hollowell leyendo su historia en el episodio de Radiolab "El Problema con todo"

Traducción: G.Lámbarry